VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

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2 jul 2016

TOMÁS REGUELDO ALEGRE: EL PEDIATRA QUE ODIABA A LOS NIÑOS.


En nuestro apartado de Vidas estúpidas tenemos a don Tomás Regueldo Alegre, un pediatra que odiaba a los niños. Tomás nació el mismo día que su madre se puso de parto en un pueblo de Murcia que no viene a cuento. Estudió pediatría después de pasarse un año sabático eligiendo la carrera que quería cursar mientras dedicaba su tiempo a matar ratas persiguiéndolas con patines de hielo.

En la carrera, cuando nadie le veía, entraba en la sala de neonatos y daba capones a los recién nacidos. Pero otras bromas de mal gusto se hicieron habituales en él: poner maíz en las incubadoras con los niños con fiebre para que se llenase el cubículo de palomitas, usar la incubadora de pecera sin sacar al niño y criando pirañas y anguilas eléctricas o poniendo en la frente ojos de oveja para asustar a la enfermera creyendo que el niño tenía tres ojos.

Por fin encontró trabajo en un afamado hospital de Madrid en la sala de Urgencias de pediatría. Ahí hacía de todo: Ponía el fonendoscopio en el congelador y lo sacaba para auscultar a los niños, despuntaba las agujas hipodérmicas sobre la pared, ponía Loctite en el palo de madera sublingual para mirarles la garganta, a los niños con síndromes repiratorios los conectaba al vacío en vez del oxigeno y tenían que sacarlos del depósito de contenedores....una locura. Con deciros que los caramelos que tenía en la consulta para premiar a los niños eran de fresa ácida o de mentol extrafuerte en los casos de dificultad respiratoria. Un par de veces les dió guindillas de la Rioja.

Inexplicablemente llegó a jubilarse sin meterlo en la cárcel ninguna vez. Era como inmune a la Sociedad. Y es que el tío tenía gracia, coño. Tuvo un hijo de su matrimonio y en lugar de enseñarle la palabra "Mamá", "Papá" o, simplemente "Ajo", le enseño a decir "Lionesa". Qué cabrón el Tomás, mareeee....

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