VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

14 feb 2015

LOS DIEZ MANDAMIENTOS Y EL BECERRO DE ORO


Moises es un personaje digno de lástima, de verdad. No se sabe quien le puteaba más si Dios o los hebreos. Tuvo que sacar a su pueblo de las garras de Egipto. Subió al monte Sinaí y encontró una zarza ardiendo que no se consumía. "¿De qué rayos habían hecho los curasanes que tras su ingesta veía zarzas en llamas?" se preguntaba, cuando de pronto una voz le dijo:  
- No te acerques más. Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa.Yo soy el Dios de tu padre. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
- Coño, justamente aquí que está lleno de zarzas. Me voy a dejar los pies como cantimploras.
- Escúchame bien - dijo la voz de Dios.
- Oye, pero cómo es que la zarza no se consume? Esto es un gasto innecesario. Si fuera una falla les jodias la fiesta a los valencianos.
- Ciertamente he visto la opresión que sufre tu pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias.Así que dispónte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo.Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me rendirán culto en esta montaña. Cambio y corto.

Así fue, sacó a su pueblo y lo llevó otra vez al monte Sinaí donde subió el solo a hablar con Dios y tras caer rodando cuatro veces hasta la ladera logró contactar con Dios quien le dió diez mandamientos....grabados en dos piedras enormes!
- Señor, no soy digno de mirarte a los ojos pero, dime, ¿Tanto te costaba dármelos en un papiro?
- No te quejes, Moises.
- Es que ya tengo las rodillas desolladas de las veces que caí a tierra, luego me volviste ha hacer que me quitase las sandalias porque pisaba tierra santa y me llené los pies de pinchos de zarza. Y ahora me das 10 mandamientos en dos piedras que parecen las puertas de Brandemburgo. ¿No podías al menos grabarlas en piel de becerra o en compact disc? O al menos hacer la letra más pequeña y que cupiese en una sola piedra?
- Baja a ver a tu pueblo y entrégales estos mandamientos, Moises, coño.

Y Moises, escaldado por el calor de la zarza, desollado, lleno de arañazos y heridas, bajó donde se encontraba su pueblo recibiendo una nefasta sorpresa.
Se conoce que Moises se había enredado más de la cuenta con el palique de las tablas y su pueblo se aburría. Total, que uno dijo, ¿Y si nos quitamos los dientes de oro y hacemos un becerro y lo adoramos?
Y tal como lo dijo se hizo. Cuando Moises bajó del monte Sinaí y vio el becerro montó en cólera.
- Me cago en vuestra puta madre! ¿Qué coño habeis hecho?
- Un becerro de oro, Moises.
- Pero si no he tardado nada en bajar! Y qué mal hecho está el jodío.
- Es que Aaron propuso hacer un saltamontes pero no nos pareció muy serio...
- Yo es que os saco los ojos y me hago las 12 uvas, melones!
- Es que tardabas mucho y nos aburríamos. Nosotros sin un lider no somos ná.
- Dios ha esculpido con su propio dedo estos diez mandamientos.
- ¿Con su propio dedo? Le habrá dejado la uña a carne viva.
- Callaos, herejes! Mirad lo que os traigo! - dijo alzando las dos piedras con los mandamientos.
- ¿Qué son, Moises, el menú?
- Son las ladillas que tiene tu madre en el papo, Abel.
- No te pongas puntilloso que desde aquí no se ven.
- ¿No se ven? - gritó Moisés - Pero si cada una es más grande que la rueda de vuestro carro!
- Ya, chico, pero con este calor, el orujo que nos hemos metido para adorar al becerro/saltamontes y la vista cansada no vemos una mieda.
- Ay, la ostia, que me sube la tensión, pero ¿qué coño habeis hecho? ¿Por que adorais a ese becerro de oro?
- Hombre, no te pongas así, Moisés, que comparado con tus tablas de piedra basáltica este becerro es lo más. Además, nos has dejado solos cuarenta días y cuarenta noches. Creímos que te había raptado un ovni.
- Aaron, hermano mío - lloró Moises - Cómo siendo de mi misma madre y de mi mismo padre eres tan hijoputa...
- Es que te has ido y te has enrollado como las persianas.
Moisés al oir el jolgorio y percibir el becerro de oro, se enfureció, y sin poder contenerse, arrojó las dos Tablas del Testimonio, rompiéndolas.Seguidamente incineró el ídolo quadrúpedo, lo molió hasta hacerlo polvo, hechó sus cenizas en agua y forzó a los israelitas a beber el polvo en agua.

- Este agua parece hecha de polvorones.
- Que os la bebais todas, coño.
- Es que el becerro fundido es indigesto
- Debíamos haber esculpido el saltamontes que es más ligero - susurró Alex.
- Alex, te he oido - criticó Moisés
- ¿Y qué ponía en las tablas que has roto, Moisés?
- Que amásemos a Dios por encima de todas las cosas.
- ¿Y para eso te da dos piedras berroqueñas?
- Calla y bebe!

Fin.


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