VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

23 nov 2016

IR AL CINE RODEADO DE GILIPOLLAS


Para algunas personas ir al cine es más peligroso que un triatlón  de ciegos.No saben estar en el cine. Ponen en riesgo sus vidas y la paciencia de los demás.
Ayer, era Lunes, fui al cine a la sesión de las siete y media esperando no encontrarme a mucha gente. Sobretodo huyo de las pandillas de quinceañeras mojabragas que no paran de gritar víctimas de sus estrógenos al límite y su furor uterino rabioso que siempre van acompañadas de dos o tres mediamierdas que simulan un macho "alfa".
Pues bien, efectivamente eramos pocos, menos de cincuenta personas, y de una edad razonable. Nada más empezar la película la 85 % de los espectadores comenzaron a comer palomitas. Señores dueños de una sala de cine: Prohíban comer dentro de la Sala cualquier cosa, igual que fumar. La gente no sabe comer con la boca cerrada. Y también es mala leche que sean comidas ruidosas como las palomitas. Ya podían vender algodón dulce o caramelos del Pilar, esos del tamaño de un ladrillo, a ver si se mueren ya.

Tras parecer un nido de carcoma, todo el mundo royendo, comenzaron a  atragantarse y toser. Tras toser vinieron los carraspeos y los "paluegos" y, como estaban saladitas, a los hijoputas les dió por beber. Cómo no, con pajita. Cuando se acababa el líquido ellos seguían absorbiendo como esperando el milagro de los panes y los peces. ¿Tan difícil es reconocer que se te ha acabado la bebida?

Ya bien comidos y bebidos además de tosidos, ya a media película de la que nadie había oído una sola frase de la conversación de los personajes, se pone uno a hablar por el móvil. Nadie dice nada. Al poco, comienza la gente a levantarse para ir a mear. Comienzan, también, los diálogos y cuchicheos del público que no distinguen la sala de cine de su propio comedor de estilo churrigueresco. Y es que el video ha hecho mucho daño.
Se oye unos ronquidos y un "chk, chk, chk" de su pareja acompañado de un codazo que hace temblar la fila.

Ya a punto de acabar, la gente comienza a iluminar el cine con la pantalla de sus móviles consultando la hora para saber cuanto queda de película. Comienzan a desenvolver caramelos con la pachorra típica de un koala a la hora de la siesta y, de esta forma, se acaba la película.

Pagué dinero por estar junto a estúpidos que, en vez de ir a ver una película, se dedican a comer, hablar, toser, roncar y joder en el cine. No es que no haya cultura de cine, es que no hay educación.

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