VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

26 nov 2013

ANFILOQUIO DE TARAZANAS: EL SABIO, MATEMÁTICO Y OBSERVADOR DE LAS MOSCAS


Anfiloquio de Tarazanas nació en 1707 en Benismulem y murio a los 35 años de vejez. Consumado observador siempre se preguntaba el por qué de las pequeñas cosas, lo cual le llevó a una obsesión ciega por su pene.

Cierto día, mientras paseaba por la era junto a su abnegada esposa Clemira, Anfiloquio visualizó una hez fecal la cual rebosaba de moscas tal vez por su reciente puesta. La contempló y pensó qué podría ser lo que atraía tanto a las moscas de un vulgar pedazo de mierda.

Pasron los días y, estando descansando en sus aposentos, sobre una hamaca de la época ( qué coño voy a saber cómo era la hamaca, pardiez) volvió a contemplar sobre la estancia el vuelo de innumerables moscas que se movían en el aire con ligereza y cierto desparpajo. Pero fijose en que el vuelo de la mosca común no era rectilíneo, sino más bien discontinuo y cambiante de dirección de modo un tanto aleatorio.
¿Por qué no volaban en linea recta?¿ Qué les obligaba a seguir semejante comportamiento? Tras años de observación diose cuenta que las moscas, sobre el aire, escribían consignas filosóficas. Una N, una O, una R... eran códigos, mensajes vitales que no paraban de dibujar y escribir sobre el aire.
Al principio interpretó erroneamente "ehconaidem a anul ed espilce soña S adac" pero lo estaba leyendo al revés:  " Cada 2 años eclipse de luna a medianoche".

Así, pues, el vuelo de la mosca nos trasmite mensajes del futuro que debemos descifrar. Pero ahí no acababa todo. Diose cuenta de que las moscas se posaban en la pared de distintas formas: hacia arriba, mirando de lado o hacia abajo. Eso le hizo pensar que dentro de las moscas habían diferentes familias.

Cierto día de soporífero verano, desnudose en porra viva acudiendo moscas hacia su falo y aterrizando con acierto y precisión sobre sus testículos. Querían acercarse a la verga pero no pasaban de regocijarse en el escroto de Anfiloquio. Aquí descubrió la mosca cojonera.

Mas adelante hizo una prueba reveladora: Al principio puso un trozo de mierda en una parte de la habitación y un pegote de rica miel en la opuesta pero una invasión de abejas estuvieron a punto de dejarle sin vida con lo cual días más tarde, y tras cientos de picotazos, volvió a poner el excremento pastoso frente a una cuchara rebosante de azúcar. ¿Dónde acudirian las moscas? ¿Heces o dulces? Pues, fijaos en la moralina que las moscas iban indistintamente a ambas con lo cual hizo pensar que las moscas tienen rinitis y no distinguen olores ni sabores.
Finalmente, para rizar el rizo, puso culo en pompa a su tia abuela Serapia que era diabética y contaba con hemorroides en racimo provocando un placentero festín a moscas, mosquitos, moscardas y libelulas. Y es que, amigos mios, ser goloso no es exclusivo del humano.

Anfiloquio falleció de viejo en su casa pero no le pilló desprevenido ya que las moscas le escribieron en el aire, fecha, día y hora de su deceso.

D.E.P

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