VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

29 nov 2017

CAPERUCITA ROJA


La pequeña Caperucita vivía cerca del bosque con su madre, una activista de UGT, viuda, al que los falangistas mataron a su marido por decir sandeces.
Su abuelita, una anarquista que no se aguantaba ni ella, vivía en el fondo del bosque porque era mucho de eso de meditar, la introspección y los chacras. Eso sí, no daba palo al agua, la lagarta.
Echaba las cartas y luego las tenía que recoger del suelo.
La madre de Caperuicta dejó de imprimir panfletos revolucionarios y banderas estrelladas para los catalanistas y encargó un cometido a Caperucita, llamada así porque llevaba una capa con capucha que le disimulaba la hidrocefalia.

- Caperucita, querdida - dijo la madre mientras metía viandas en la cesta - Debes llevar esta cestita con comida a tu abuelita ya que la tiparraca no enciende el fogón ni para hacer señales de humo.
- ¿Qué hay en la cestita, mamolín?
- Tofu, gérmen de trigo, queso feta, zanahorias, germinados, lentejas y otras tonterías. se cree tu abuela que ha esta edad va ha hacer la fotosíntesis...
- Pero ¿Que la abueilita tiene un retraso, mamá?
- Tu abuela en tal de tocarme el coño es capaz de comer sillas de enea... Caperucita, toma la cesta y ten cuidado en el bosque que entre el lobo, los pederastas y los gays haciendo cruising la cosa está muy mal, mijita.
- No te preocupes, mamolín - le respondó Caperucita - Iré con cuidado y no me distraeré pegando patadas a las ranas en el tórax.
- Dame un beso, hija mía. dale recuerdos a la abuela y dile de mi parte cuándo le entrará el conocimiento y se irá a vivir a un piso de Vpo.

Dicho y hecho, Caperucita se adentró en el bosque canturreando canciones de la Katy Perry mientras llevaba cuidadosamente la cestita para su abuelita.
El sol penetraba por entre los árboles y el agua del pequeño arroyo marcaba el camino hasta casa de la abuela, acompañada de los trinos de los pájaros y el sonido de las hojas en el suelo.
Al rato, Caperucita se encontró con el lobo que descansaba bajo un árbol. El lobo la vió y, sin levantarse, saludó a Caperucita.

- Buenos días, Caperucita. ¿Dónde vas tan cargada?
- A casa de la casquivana de mi abuelita que tiene un pie chungo y no puede salir a que le pegue el aire a la braga.
- ¿Y qué llevas en esa cestita?
- Productos veganos.
- Hay que joderse, la puta abuela. Qué pretende, ¿no morirse nunca? Porque comiendo eso quizá viva más años pero....vaya mierda de vida.
- Bueno, señor Lobo, debo dejarle. No puedo entretenerme porque a la una y media empieza "Mujeres, hombres y viceversa" y hoy eligen a la puta mayor y al macarra más chano.
- Adiós, Caperucita! saluda a la retrasada de tu abuela. espero que no le hayas llevado pepinos que tiene mucho vicio la vieja.

Y Caperucita continuó su viaje por el bosque. Pero al lobo se le ocurrió una brillante idea. Como Caperucita estaba tan tierna, valía la pena hincarle el diente y pensó un plan. Atajaría por un camino hasta llegar antes que ella a casa de la abuela. Así mataría a ésta y luego se comería a Caperucita.
Así que el Lobo corrió como alma que lleva el diablo y casi llegando frenó en seco y se dijo: "Yo soy imbécil perdido! Para qué corro si me podía haber zampado a Caperucita mientras hablaba con ella en el Bosque!!!! No doy una, joder. Ahora tengo que comerme antes a la vieja.

Y así lo hizo. Entró, se la comió y, poniéndose las ropas de ésta se metió en la cama a esperar a Caperucita que se demoró porque le dió por mear en los agujeros de los hormigueros.

( Toc, Toc....)

- ¿Quién es? - dijo el lobo disfrazado de abuelita metido en la cama.
- Soy Caperucita, abuelita.
- Pasa hijita, pasa.
- Abuelita....que mala cara haces....Estás verde...

El Lobo empezó a llorar enfadado.

- ¿Mala cara? Por tu culpa me he tenido que comer a tu abuela para despistarte y comerte a ti pero la puta abuela estaba tan correosa que ahora tengo las agonías de la muerte. ¡Qué asco de vieja! Me repite más que el ajoaceite y ya llevo dos frascos de sal de frutas Eno. Qué agonía! Eso no era carne! Tu abuela era cecina pura! Era como comer cornas de jamón!

Y el lobo se fue bosque adentro, sin parar de tener arcadas y haciendo eses del malestar y dolor de tripa que tenía mientras Caperucita se quedó perpleja a los pies de la vacía cama hasta que se recuperó y volvió a su casa saludando a los gays que hacian cruising.




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