VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

23 ago 2017

LA SEQUÍA LLEGA A MORRÉS


En un pequeño pueblo de Aragón, perdido entre montañas y en presencia de cabras que bajan al pueblo por la noche pegando topetazos a los gatos de los andurriales, se encuentra una alcaldesa, medio brujita medio puta, que tenía al pueblo aterrorizado, no solo por su carácter uraño y mandón, sino por el olor a chotuno que le despedía desde las axilas hasta el papo descolgao. De hecho, esa era la razón de la presencia masiva de tanto felino por la contornada.
Se comenta que estucó las paredes de su casa con los pelos del toto. No te digo más y te lo digo todo.

Pero la pequeña zorra tuvo que lidiar con un problema que se convirtió en una plaga bíblica: la sequía. Una sequía que no se había visto en la vida. Los salmones del río coleteaban hasta el bar de la carretera pidiendo agua mineral. Por las noches, bajo las alcantarillas, se oían a las ratas toser. Las cosechas se carbonizaban al sol por falta de agua. Los girasoles daban ya las pipas horneadas al aguasal. Las hormigas se mataban por las gotas de sudor de los habitantes que caían al suelo y eso que algunas se desintegraban antes de tocarlo.
Los perros, con la boca tan seca, en vez de ladrar mandaban mensajes morse con linternas. Las ovejas se esquilaban ellas mismas frotándose contra las zarzas del camino de la estación de tren.
La gente a penas salía de casa con lo cual no podían criticar a los demás y morían envenenados por sus propios comentarios.
Los machos cabríos se despeñaban ellos solos por la montaña para sentir el fresquito. Las aves se incendiaban en pleno vuelo y las serpientes tenían que untarse de vaselina para poder reptar.
Las colmenas se incendiaban solas. Resulta que los zánganos, para refrescarla, movían fuertemente las alas pero sólo conseguían hacer saltar una chispa y prenderse. Un horror. Las ranas iban con cantimploras y las moscas con gafas Ray-Ban.
Los mosquitos en vez de a los humanos preferían picar brevas.

Pronto se empezó a cuchichear que si todo esto no sería un castigo por tener a una alcaldesa tan puta y egocéntrica. Qué podían hacer? Porque las ofrendas de humanos estaban prohibidas...
Pidieron varios camiones cuba y eso se llenó de inmigrantes de América Central.

Un plan maestro se puso en marcha: matar a la alcaldesa como por accidente. Dormirla con narcóticos comprados de la farmacia, dejarla en medio la carretera y pasar un desfile de tractores por encima de ella....pero seria como Fuenteovejuna y dejarían huellas del crimen por todos los sitios.

Al final, uno de los jóvenes más atractivos del pueblo...bueno, el único atractivo....y que sabía leer y escribir ( eso lo hacía el triple de atractivo ) propuso un plan maquiavélico.
Para ello pidió un último esfuerzo a la gente de Morrés para que todos aportaran algo de agua pese a la brutal sequía. Pusieron en la puerta de la alcaldesa una pequeña piscina Toy repleta de agua, gel de baño y esencia de flores prohibidas de Haiti y, en lo más profundo de la noche, alguien gritó bajo la casa de la alcaldesa: Corred! Corred! Salvaos!!!
Sobresaltada, la alcaldesa salió corriéndo de casa en camisón tropezando con la piscina y cayendo a su interior. Asustada, chapoteó y chapoteó aturdida hasta que el agua con los jabones empezaron ha hacer espuma y quedó limpia como el nácar. Tan limpia quedó que su barrera natural de mierda que la protegía desapereció dejando que todos los virus invadiesen su blando y decrépito cuerpo provocándole la muerte.

Al día siguiente la lluvia bendijo al pueblo y, pese a caer un par de rayos y llevarse a dos paletos del pueblo por delante, todo fue felicidad y prosperidad.

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