VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

3 sept 2017

ENCUENTRO EN LA PRIMERA FASE



BASADO EN UN HECHO REAL.

Esta mañana iba por el pasillo de mi casa al cuarto de baño para verme la pilila en el espejo cuando, de pronto, vi algo en mitad del pasillo pegado a la pared.
¿Cuando me he comprado yo un pony?
Me acerqué un poco más y comprobé, con asco, que se trataba de una cucaracha enorme.¡Una cucaracha en un noveno piso!¡Y sin escafandra!. ¿Cómo ha podído subir hasta aquí con ese tamaño y a esta altura? Es como un humano ir a la estratosfera.
Qué grande era la jodía. Tenía hasta cejas. Y ahí estaba, de incógnito, sin moverse, como pensando "si no me muevo no me ve". Y eso lo pensaba un bicho que parecía una cama plegable. Como para no verla. Parecía un volkswagen aparcado. En seguida me vino a la mente "La Metamorfosis" de Frank Kafka y me pregunté si no era la vecina de abajo, la que es más puta que María Martillo, que se había transformado en insecto de lo guarra y zorra que era.

Armado de valor, y con una escoba, empecé a meterle hostias al bicho que empezó a correr como una cabritilla destetada, en zigzag e incluso esprintaba. Nada. Se movía más que Shakira con un ataque de epilepsia en Terra Mítica.
Opté, en un momento de terror, en pegarle un pisotón aún sabiendo que me podía romper el tobillo en tres partes. Lo hice. Las vísceras salieron en todas las direcciones pero para ella eso era poca cosa, un rasguño que se va con Betadine....La hijaputa seguía moviéndose como si le hubiera regalado un hula hop.
Fui a la cocina y saqué el Cucal pegándole una rociada que ríete tú de la fiesta de la espuma en Ibiza.
Pronto se convirtió en un merengue inerte en mitad del largo pasillo. Incluso la oía toser. Pero ahí estaba yo como la teniente Ripley cuando se deshace de Alien pero yo con más asco que nada. De hecho los dedos de los pies me salían por los talones del asco tan grande.
El merengue dio dos pasos a la derecha y dos a la izquierda para acabar fosilizado como un cupcake.
Pensé: "Si se vuelve a mover vendo la casa". Y no se movió.
Cogí el recogedor pero por su enorme tamaño no cabía casi en la basura. Pensé en enrollarla con una alfombra y tirarla al río, pero el río está más seco que el ojo de un tuerto....
Si se la tiraba al vecino de abajo seguramente le rompería la pérgola. Así que pensé por descarte: "Al retrete no. Me niego. Es obvio". Y tras mucho pensar la arrastré hasta el ascensor y apreté el sótano.
Ya no sé nada más solo que se han pasado desde las doce del mediodía hasta las cuatro menos cuarto pegando gritos en la escalera.

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