VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

VAYA FINAL TRISTE PARA UNA VIDA DE MIERDA

16 ene 2016

ULTIMAS VOLUNTADES


Todos tenemos que morir. Es ley de vida. Pero, ¿Por qué no abandonar esta mierda de vida con una sonrisa en vez de un trágico entierro? Pues para eso están las últimas voluntades. Para tocar la cheta.

Por ahora hay dos grandes demandas: entierro en Camposanto o incineración. La idea de que a mi muerte me pongan sentado en una silla en el interior de una urna de cristal en el patio de recreo de un colegio, para que vean los niños como me pudro día a día, me han dicho que no es factible.

Si me entierran, quiero que mi ataúd cuelgue de una higuera y ponga bajo: "No maduró nunca". O que me entierren sobre suelo santo y ponga en mi epitafio: Si venís a verme, traed ganchitos o gominolas, que los gusanitos ya los pongo yo".

También me molaría que me enterrasen en un ataúd en forma de L para permanecer sentado y no ulcerarme.

Aunque es más caro, si muero en un accidente de tráfico bárbaro, quiero que cada parte de mi cuerpo desmembrado sea enterrado por separado a lo largo del cementerio, tipo "Dónde está Wally". Así consigo que la gente se canse más rezando en cada una de las fosas esparcidas con mis restos.

En caso de incineración, la cosa se enriquece por momentos. Por ejemplo, meter pólvora verde en mi ataúd para, al ser incinerado, que salga humo verde por la chimenea y la gente crea que es un vertido tóxico. O llenarme la caja con mi cuerpo y los espacios sobrantes con granos de maíz para que cuando se me incinere salgan las palomitas por todo el crematorio.

También sería delirante que, en las últimas voluntades, contemplase la posibilidad de que me enterrasen o incinerasen con un niño vivo.

Otra opción más barata que nadie ha contemplado es, en vez de horno, que te metan en un microondas. De esta forma te harás por dentro sin quemar la caja, que podrá ser reutilizada para otro incineramiento. También existe la posibilidad sencilla de que te envuelvan con una hoja grande y te hagan al Papillote.

Para los veganos, o más lógico es envolverlos en hojas de coliflor o, en vez de enterrarlos, plantarlos.
También se les puede hervir.

Un dadaista podría pedir que se le quitase la columna cervical y se le enterrase en un ataúd redondo en forma de ensaimada. O que le practicasen cinco hachazos en la columna, tumbarlo boca abajo y ponerle en los cortes rodajas de limón como en el pescado.

Gracias a los Tanatorios, ahora podemos exponer el cuerpo del difunto sin atufar la casa a fiambre. Un toque de humor no vendría mal. Disfrazar a los difuntos: de bailarina con tu-tú, de sevillana, de Batman, del logo de Carrefour, de payaso....

Esto me recuerda al maravilloso chiste:

- Hijo, si el papá muere en el valle, que me entierren en el monte. Y si el papá muere en el monte que me entierren en el valle.
- ¿Y por qué, papá?
- Bah....Por joder....



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